El resultado final de la gama cromática de colores que nos proporcionan las diferentes especies elegidas para vestir el terreno ha sido todo un éxito. El contraste entre la Gaura rosa y la mostaza amarilla han transformado lo que era un campo agrícola en un cuadro digno de Claude Monet. Además, la delicadeza de flores como la Tulbalghia o la Lantana nos dan una mayor impresión de profundidad al lienzo engrandeciendo las demás formas.
En la avenida principal se ha creado una alineación de naranjos combinados con cipreses, lo que nos ofrece, aparte de un embriagador perfume a azahar como bienvenida, el aspecto de un jardín mediterráneo clásico por excelencia nada más abrir las barreras de la finca.